sábado, 16 de enero de 2010

Los intereses ajenos

Con relación a la legalización del consumo de la droga




Erythroxylum coca

Una paradoja se plantea en esta larguísima lucha contra el consumo de drogas, en especial la cocaína que tiene relación con el producto ancestral del Perú: la coca; mientras la utópica lucha para erradicar su producción y distribución crece, el precio del alcaloide que se extrae de ella aumenta, las pérdidas de vida son superiores al que causaría la propia droga y su consumo, en vez de disminuir, incrementa.

La necesidad de consumir, al margen de las causas que la producen, es un imperativo que, por lo experimentado, no se puede reprimir con leyes de tutela civil o coerción penal, es consecuencia de los hábitos, las costumbres y la educación doméstica, es pues un asunto de moral. La prostitución, el hábito de fumar, el de consumir bebidas alcohólicas y otros vicios exógenos son consustanciales con la rutina, el tráfago propio de la vida urbana y los tiempos.

La lucha de erradicación de los vicios del hombre, en este caso el de la cocaína, resulta un esfuerzo engañosamente legal que entraña, en su esencia, un método criminal pues empuja a la consecución de más gasto en dinero y recursos, fomenta pérdidas de vida, produce el alto precio del producto, consecuencia de la represión frente a una demanda de consumidores en crecimiento; así de paradójico se plantea el tema.

Finalmente, los únicos enemigos de la legalización serían los narcotraficantes quienes temerían que al vulgarizarse el consumo de una droga de alta calidad certificada por el Estado, auxiliada por la salud pública con programas de atención y moderación, vean los precios tirados por los suelos y sus ganancias hecho polvo.

Otro caso es el del opio, gran patrimonio del Afganistán, celosamente defendido por los naturales de la voracidad de los eternos ingleses, los rusos y los norteamericanos, empeñados en una cruzada contra el terrorismo.

Es el de las drogas un tema de gran sensibilidad.
Veamos algunas opiniones. Destacamos el artículo, recientemente publicado en el Diario El Comercio, del escritor hispano-peruano, Mario Vargas Llosa quien fundamenta experiencias que deberían tomarse en cuenta sobre las razones que a su juicio comprenden esta legalización.

A favor


El otro Estado



Por: Mario Vargas Llosa Escritor


Hace algún tiempo escuché al presidente de México, Felipe Calderón, explicar a un grupo reducido de personas, qué lo llevó hace tres años a declarar la guerra total al narcotráfico, involucrando en ella al Ejército. Esta guerra, feroz, ha dejado ya más de quince mil muertos, incontables heridos y daños materiales enormes.

El panorama que el presidente Calderón trazó era espeluznante. Los cárteles se habían infiltrado como una hidra en todos los organismos del Estado y los sofocaban, corrompían, paralizaban o los ponían a su servicio. Contaban para ello con una formidable maquinaria económica, que les permitía pagar a funcionarios, policías y políticos mejores salarios que la administración pública y una infraestructura de terror capaz de liquidar a cualquiera, no importa cuán protegido estuviera. Dio algunos ejemplos de casos donde se comprobó que los candidatos finalistas de concursos para proveer vacantes en cargos oficiales importantes relativos a la seguridad habían sido previamente seleccionados por la mafia.

La conclusión era simple: si el gobierno no actuaba de inmediato y con la máxima energía México corría el riesgo de convertirse en poco tiempo en un narcoestado. La decisión de incorporar al Ejército, explicó, no fue fácil, pero no había alternativa: era un cuerpo preparado para pelear y relativamente intocado por el largo brazo corruptor de los cárteles.

¿Esperaba el presidente Calderón una reacción tan brutal de las mafias? ¿Sospechaba que el narcotráfico estuviera equipado con un armamento tan mortífero y un sistema de comunicaciones tan avanzado que le permitiera contraatacar con tanta eficacia a las Fuerzas Armadas? Respondió que nadie podía haber previsto semejante desarrollo de la capacidad bélica de los narcos. Estos iban siendo golpeados, pero, había que aceptarlo, la guerra duraría y en el camino quedarían por desgracia muchas víctimas.

Esta política de Felipe Calderón que, al comienzo, fue popular, ha ido perdiendo respaldo a medida que las ciudades mexicanas se llenaban de muertos y heridos y la violencia alcanzaba indescriptibles manifestaciones de horror. Desde entonces, las críticas han aumentado y las encuestas de opinión indican que ahora una mayoría de mexicanos es pesimista sobre el desenlace y condena esta guerra.

Los argumentos de los críticos son, principalmente, los siguientes: no se declaran guerras que no se pueden ganar. El resultado de movilizar al Ejército en un tipo de contienda para la que no ha sido preparado tendrá el efecto perverso de contaminar a las Fuerzas Armadas con la corrupción y dará a los cárteles la posibilidad de instrumentalizar también a los militares para sus fines. Al narcotráfico no se le debe enfrentar de manera abierta y a plena luz, como a un país enemigo: hay que combatirlo como él actúa, en las sombras, con cuerpos de seguridad sigilosos y especializados, lo que es tarea policial.

Muchos de estos críticos no dicen lo que de veras piensan, porque se trata de algo indecible: que es absurdo declarar una guerra que los cárteles de la droga ya ganaron. Que ellos están aquí para quedarse. Que, no importa cuántos capos y forajidos caigan muertos o presos ni cuántos alijos de cocaína se capturen, la situación solo empeorará. A los narcos caídos los reemplazarán otros, más jóvenes, más poderosos, mejor armados, más numerosos, que mantendrán operativa una industria que no ha hecho más que extenderse por el mundo desde hace décadas, sin que los reveses que recibe la hieran de manera significativa.

Esta verdad vale no solo para México sino para buena parte de los países latinoamericanos. En algunos, como en Colombia, Bolivia y el Perú avanza a ojos vista y en otros como Chile y Uruguay de manera más lenta. Pero se trata de un proceso irresistible que, pese a las vertiginosas sumas de recursos y esfuerzos que se invierten en combatirlo, sigue allí, vigoroso, adaptándose a las nuevas circunstancias, sorteando los obstáculos que se le oponen con una rapidez notable, y sirviéndose de las nuevas tecnologías y de la globalización como lo hacen las más desarrolladas transnacionales del mundo.

El problema no es policial sino económico. Hay un mercado para las drogas que crece de manera imparable, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, y la industria del narcotráfico lo alimenta porque le rinde pingües ganancias. Las victorias que la lucha contra las drogas puede mostrar son insignificantes comparadas con el número de consumidores en los cinco continentes. Y afecta a todas las clases sociales. Los efectos son tan dañinos en la salud como en las instituciones. Y a las democracias del Tercer Mundo, como un cáncer, las va minando.

¿No hay, pues, solución? ¿Estamos condenados a vivir más tarde o más temprano, con narcoestados como el que ha querido impedir el presidente Felipe Calderón? La hay. Consiste en descriminalizar el consumo de drogas mediante un acuerdo de países consumidores y países productores, tal como vienen sosteniendo “The Economist” y buen número de juristas, profesores, sociólogos y científicos en muchos países del mundo sin ser escuchados. En febrero del 2009, una Comisión sobre Drogas y Democracia creada por tres ex presidentes, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, propuso la descriminalización de la marihuana y una política que privilegie la prevención sobre la represión. Estos son indicios alentadores.

La legalización entraña peligros, desde luego. Y, por eso, debe ser acompañada de un redireccionamiento de las enormes sumas que hoy día se invierten en la represión, destinándolas a campañas educativas y políticas de rehabilitación e información como las que, en lo relativo al tabaco, han dado tan buenos resultados. El argumento según el cual la legalización atizaría el consumo como un incendio, sobre todo entre los jóvenes y niños, es válido, sin duda. Pero lo probable es que se trate de un fenómeno pasajero y contenible si se lo contrarresta con campañas efectivas de prevención. De hecho, en países como Holanda donde se han dado pasos permisivos en el consumo de las drogas, el incremento ha sido fugaz y luego de un cierto tiempo se ha estabilizado. En Portugal, según un estudio del CATO Institute, el consumo disminuyó después que se descriminalizara la posesión de drogas para uso personal.

¿Por qué los gobiernos, que día a día comprueban lo costosa e inútil que es la política represiva, se niegan a considerar la descriminalización y a hacer estudios con participación de científicos, trabajadores sociales, jueces y agencias especializadas sobre los logros y consecuencias que ella traería? Porque, como lo explicó hace 20 años Milton Friedman, quien se adelantó a advertir la magnitud que alcanzaría el problema si no se lo resolvía a tiempo y a sugerir la legalización, intereses poderosos lo impiden. No solo quienes se oponen a ella por razones de principio. El obstáculo mayor son los organismos y personas que viven de la represión de las drogas, y que, como es natural, defienden con uñas y dientes su fuente de trabajo. No son razones éticas, religiosas o políticas sino el crudo interés el obstáculo mayor para acabar con la arrolladora criminalidad asociada al narcotráfico, la mayor amenaza para la democracia en América Latina, más aún que el populismo autoritario de Hugo Chávez y sus satélites.

Lo que ocurre en México es trágico y anuncia lo que empezarán a vivir tarde o temprano los países que se empeñen en librar una guerra ya perdida contra ese otro Estado que ha ido surgiendo delante de nuestras narices sin que quisiéramos verlo.

Lima, enero del 2010

http://elcomercio.pe/impresa/notas/otro-estado/20100110/395025


Otras opiniones a favor

http://www.ysilosmatamos.com/razones-legalizar-consumo-drogas


http://www.liberalismo.org/articulo/131/53/diez/razones/legalizar/drogas/


http://www.teleley.com/articulos/art-22007.pdf


En contra

http://www.hiperactivos.com/legalizar.shtml

http://www.diariolaprimeraperu.com/online/locales/rechazan-legalizacion-de-drogas-en-el-per_32548.html


El Vaticano

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/hlthwork/documents/rc_pc_hlthwork_doc_20011101_chiesa-droga-presentation_sp.html

En controversia

http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/editorial/20100113/la-legalizacion-de-las-drogas-en-debate_53383_94386.html


Coca y cocaína; importantes datos históricos y científicos; por Víctor Montoya

http://sincronia.cucsh.udg.mx/cocay.htm


Lima 16 de enero; 2010.

6 comentarios:

Luis Adolfo Siabala dijo...

Tres temas a considerar:
1) Las sustancias naturales que no pueden ser absorbidas por el organismo humano, ¿constituyen “nutrientes”, aptos, por tanto al consumo humano? Durante la década de los 20s en el Perú, el Dr. Hermilio Valdizán y un grupo de psiquiatras peruanos advirtieron sobre los efectos nocivos del coqueo entre los habitantes de los andes sudamericanos (“Alienación mental entre los primitivos peruanos”, Lima, 1915, a propósito de la explotación y manipuleo de los pobladores del ande). Hoy se sabe que la ingestión diaria de 100 gramos de hoja de coca supone la ingestión de 0,2 a 0,3 de alcaloides “al día”, cantidad muy significativa que genera un hábito más veloz que la morfina. Sigmund Freud experimentó con el alcaloide logrado por el químico Alfred Niemann: la “cocaína”, aduciendo que se sentía con su ingesta un “aumento del autocontrol, mayor vigor y más capacidad de trabajo”, recetándola para combatir la depresión, trastornos gástricos, insomnio, caquexia, impotencia sexual (como afrodisíaco) y para curar a morfinómanos y alcohólicos (Parke & Davis, promotor financiero de su propagación en el consumo humano creó el lema: “no pierda tiempo, sea feliz; si se siente pesimista, abatido, solicite cocaína”, proliferándola así entre las clases pudientes de los países europeos, entre los que se destacan, para ilustrarlo con algunos ilustres personajes como fueron el novelista Robert Louis Stevenson (Dr. Jekyll y Mr. Hyde, escrito bajo el efecto de la cocaína) y Arthur Conan Doyle, quien describe como cocainómanos a algunos personajes de la saga de Sherlok Holmes. Nos imaginamos las consecuencias del efecto “moda” en las clases sociales menores de fines del siglo XIX.
2) Los intereses ajenos.- Aldous Huxley en su novela “Un mundo Feliz” describe como utopía novelada un mundo en el que un sistema oligarca controla una sociedad sub humana consumidora de una droga barata, a la que llamó “soma”, la misma que los hacía esclavos dichosos. ¿Dominio o control geopolítico? ¿No lo advertía el peruano Ermilio Valdizán al plantear la tesis de la “degeneración indígena”? Ya se sabía que el consumo de la hoja se utilizaba como recurso de explotación por el imperio español para los trabajos en las Mitas, donde se reducía notablemente el alimento del obrero, se abarataban costos y se elevaban pingüemente las arcas del Rey: un interesante efecto en la macro economía del imperio. En el Perú, durante la década de los 60, la batalla de despenalizar la planta y su producción ganó la batalla, alegando que el “chacchado” es, y ha sido siempre un paradigma cultural de la milenaria historia sudamericana.
3) ¿Qué se pretende entonces con la despenalización? Aunque es verdad que quiebra el valor inflado de la droga, afectando directamente a los intereses de las mafias que la comercializan, se obtiene en cambio una sociedad degradada, ajena a los valores, a la ciencia, a las bellas artes, a la moral: elementos para el dominio geopolítico de los llamados “intereses ajenos”. Por otro lado, al enseñar por historia las consecuencias de su empleo en una población dominada, llamaríamos a la curiosidad y al interés sobre los asuntos de valoración y dignidad humana; a su vez, con la educación del sentido de la belleza y la armonía en la estética y la música (patrimonios del ser racional) conseguiríamos la realización de un individuo, apelando a sus capacidades multiplicativas de invención de quien Agustín de Ipona denominó “Imago Viva Dei”. Para los hombres de buena voluntad, las recomendaciones que recogemos de la segunda carta del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto (2 Corintios 7:1, según la versión de Scio de San Miguel, tomada de la Vulgata Latina): “Has ergo habentes promisiones, charissimi, mundemus nos ab omni inquinamento carnis et spiritus, perficientes sanctificationem in timore Dei” (“Teniendo pues nosotros estas promesas, muy amados míos, limpiémonos de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando nuestra santificación en temor de Diós”).

Luis Enrique Pazos Maldonado dijo...

Estimado y apreciado amigo, es un grato placer el poder recibir tus siempre interesantes y educativos correos.
Lamentablemente en el blogspot que me envías no encuentro el espinoso tema de la coca y cocaína al que haces referencia y que, por cierto, tanto daño hace a la humanidad.
Comparto contigo, definitivamente, que las soluciones que aplican para lograr su erradicación, su consumo, así como las políticas de estado para frenar y desaparecer a los traficantes, son cruzadas utópicas.
Considero que las autoridades internacionales, como las nacionales, no se ponen bien los pantalones para tomar al toro por las astas y acabar con esta lacra que tanto daño hace.

Recibe abrazos y cordiales saludos.
Luis Enrique Pazos Maldonado

Radael Córdova Rivera dijo...

MI HERMANO

EL TEMA ES ESPINOSO Y LA SOLUCION PUEDE PARECER CRUEL...EN ALGUNOS REGIMENES FUERTES NAZI, SOCIALISMO, FASCISMO, FUNDAMENTALISTAS RELIGIOSOS, ETC , SE PUDO REDUCIR SU EFECTO CLINICO Y ECONOMICO. AUNQUE A GOERING LE ACHACABAN CIERTA ADICCION A LA MORFINA.
QUE ME PERDONEN LOS INDIGENISTAS PERO NO CREO EN LO ¨¨ANCESTRAL¨¨ DE SU CONSUMO Y SEGUN CEDRO, EL PERU TIENE CASI UN MILLON DE ADICTOS, COSTOSAMENTE RECUPERABLES.

TENGO LA SOSPECHA QUE EL PERU FUE SIEMPRE UN ¨¨NARCOESTADO SOLAPA¨¨..NADIE PLANTEA LA PENA DE MUERTE PARA LOS NARCOTRAFICANTES. Y SI PARA OTROS DELITOS INFINITAMENTE MENOS GRAVES.

UN ABRAZO

Eleuterio Soto dijo...

Estimado Dr. Siabala

Como usted brillantemente expone; de los innumerables vicios que tiene el hombre ninguna ha sido vencido en toda la historia. En este asunto de la Coca , las FF.AA., las fuerzas policiales y los servicios secretos de las naciones más poderosas de la Tierra vienen siendo derrotadas en todos los frentes por las fuerzas aliadas de la marihuana, el opio, la coca y otros.

Frente a una realidad que aterra, la propuesta de legalizar la venta es audaz. ¿Tendríamos fábricas de cocaína de diversas calidades? ¿Recaudaríamos más por IGV? ¿Aumentarían nuestras exportaciones? Eso sí, lo más seguro es que la recaudación de impuestos en EE.UU. aumente significativamente, pues allá esta el mayor mercado de consumidores.

Yendo más al fondo, además de eficientes campañas educativas para advertir del altísimo peligro con conllevaría el consumo de la cocaína, la industrialización de la coca sería otra buena medida; ya en Bolivia se va a fabricar la Coca Colla.

El Peligro, como siempre, es que las mafias presionen para evitar la legalización de la droga y finalmente derroten también a Friedman, Felipe Calderón, Vargas LLosa y Otros. ¡Qué problema¡

Gracias por compartir sus interesantísimos comentarios. Un fuerte abrazo

Eleuterio Soto

Alejandro Rissi Morón dijo...

Gusto saludarte, en cuanto a la legalizacion de drogas te dire que en la Camara de Diputados de California estan discutiendo para legalizar el consumo de marihuana.El articulo de Vargas Llosa es veridico y lo habia leido antes; el principal problema para legalizar las drogas es la fuerte oposicion de los politicos de cada pais de perder su tajada en el trafico. Como tu bien sabes en los EEUU se prohibio el consumo de licor y por ende aparecieron muchos mafiosos para luego legalizandolo nuevamente. El caso de Holanda es un hecho y seria muy interesante saber cuales son los pogramas alternativos a la despenalizacion del consumo de drogas, ademas de los citados por Vargas, quiero decir en detalle, saber como estan funcionando y saber las estadisticas de los nuevos que se han agregado al consumo y quienes se han podido recuperar y por lo tanto se han librado del consumo. Holanda viene aplicando esto desde muchos agnos atras y estudiar los resultados puede ser el punto de partida para la despenalizacion en muchos otros paises.Un placer saludarte y un fuerte abrazo.Omiti decirte que por supuesto estoy en favor de la legalizacion y de esta manera terminar con la corrupcion de los funcionarios estatales y otros.Ciao.

José Abad dijo...

En lo económico ¿la legalización de la droga afectará al PBI? Yo creo que sí. Haciendo un análisis frío, muy sesgado a lo material:

Aún cuando hoy en día sean ilegales las actividades de producción de cocaína y su comercialización, éstas se incluyen en el PBI y se contabilizan. De lo contrario no podría existir el equilibrio entre oferta y demanda en la Cuentas Nacionales.

Dado que el precio y el valor del producto terminaría siendo menor con la legalización, el valor del PBI disminuiría, ingresando menos divisas al país.

Colombia, presenta su PBI con narcotráfico y sin narcotráfico, de esa forma se puede observar mejor el impacto en caso de un cambio de legislación. El Perú no hace esa distinción, pero en el monto total incluye todas las actividades legales e ilegales.